El proceso de comunicación entre el adulto y el niño o niña comienza cuando el niño o niña nace; mucho antes de que aprenda a hablar. Para mantener la comunicación, los adultos necesitan estar atentos a las señales, ruidos y gestos, incluyendo las expresiones, sonrisas, miradas y llanto. El niño o niña necesita vivir en un ambiente humano donde las palabras sean importantes, donde reciba caricias y sonrisas y donde se le escuche y estimule a responder con sonidos y movimientos desde los primeros meses de vida. Necesita tener a su lado personas a las que pueda tocar, hablar y sonreír, a las cuales responder y que respondan a él. El niño o niña necesita que se le hable, que conversen con él y se le ayude a comunicar lo que piensa, lo que desea, lo que siente. Necesita que se le cuide, que se le responda a sus preguntas, dudas e inquietudes.
El lenguaje es un importante instrumento de comunicación de necesidades, ideas, sentimientos. También permite organizar el pensamiento, expresar verbalmente las ideas, el humor, nombrar a las personas, las cosas y los propios sentimientos. El niño o niña que no se comunica, que no interactúa, que no recibe atenciones, no es feliz. Un niño o niña desatendido pierde interés por la vida, tiene menos apetito y corre el peligro de que su desarrollo físico o mental no sea normal.
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