viernes, 12 de abril de 2019

Las relaciones afectivas son recíprocas. La calidad de la relación afectiva que se establece entre el adulto y el niño.

Diversos estudios han podido demostrar que si la interacción madre-hijo se caracteriza por la calidez y la aceptación del niño o niña, y si la madre tiene conciencia de su buena relación con él o ella, su desarrollo psicosocial y nutricional se ve muy favorecido. La relación afectiva adulto-niño es recíproca. Ello depende tanto de la capacidad del adulto de captar las señales del niño o niña y responder a ellas, como de las conductas, temperamento y forma particular que el niño o niña tiene de interactuar y de comunicarse.
Desde el nacimiento se establece un intercambio de afecto en dos direcciones: del niño o niña a la madre y de la madre al niño o niña. Éste último no sólo responde a las manifestaciones de la madre cuando ésta le habla, le sonríe o lo mece, sino muchas veces, él comienza la interacción. 
A medida que la madre y el niño o niña van aprendiendo a conocerse, cada uno se va adaptando a la forma de ser del otro. El niño o niña «enseña» al adulto y el adulto le enseña a él.
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