La mente del niño o niña, al igual que su cuerpo, necesita ayuda, alimento, para desarrollarse bien. Los alimentos o estímulos más importantes son:
El cariño. La alabanza. El contacto con otras personas y la comunicación con ellas a través del lenguaje. Los objetos para explorar y experimentar. La estimulación implica una actitud permanente de acogida, de fomento del desarrollo social, de la expresión de sentimientos, del interés por el mundo y por aprender, más que la sola realización de un conjunto de actividades o la entrega de diferentes materiales de juego. La estimulación requiere que se hagan actividades en común con el niño o niña, entretenidas, variadas, frecuentes, motivadoras, durante sus primeros años de vida.
La madre, el padre y otros miembros de la familia pueden atender y estimular a sus hijos con los medios que tienen a su alcance, usando su imaginación, conociendo las necesidades afectivas, sociales e intelectuales del niño o niña y respondiendo a ellas.
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