viernes, 12 de abril de 2019

En la relación afectiva con las personas que lo rodean, el niño o niña adquiere seguridad, aprende a expresar sus sentimientos, a conocerse y a confiar en sí mismo, y desarrolla su autoestima.

El desarrollo emocional en la infancia es la base del equilibrio psicológico del adulto. Para desarrollarse emocionalmente sano, el niño o niña necesita sentirse querido, aceptado y valorado. Así crea sentimientos de seguridad y confianza en sí mismo y forma una buena autoestima. Las relaciones emocionales tempranas con las personas que rodean al niño o niña son la base de donde surge el desarrollo social, emocional e intelectual. Si el niño o niña se siente seguro y acogido, irá ampliando su desarrollo emocional, e irá aprendiendo a diferenciar y expresar una mayor cantidad de emociones como la alegría, la pena, el miedo, la rabia, la admiración, la sorpresa, etcétera. El conocimiento de sí mismo surge, entre otros, de la relación íntima y amorosa con la madre, el padre, y otros adultos cercanos. Las acciones del niño o niña que ellos valoren y celebren serán lo que él empiece a entender como sus propias características positivas. Lo que rechacen, el niño o niña lo entenderá como sus propias conductas negativas. Si las valoraciones son positivas, él irá llegando a un auto conocimiento que le permitirá formarse una imagen positiva de sí mismo y tener una buena autoestima.

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